“Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él.” – Tzvetan Todorov


jueves, 17 de julio de 2014

Nuestros niños y los de ellos - Alberto Mazor

Nuestros niños y los de ellos

Escrito por Alberto Mazor. Publicado en Blog el 17 Julio 2014. 

BandeirasIsraelPalestinaVeo el deterioro grave y rápido de la situación de seguridad en Gaza, Cisjordania, Jerusalén y las localidades árabes de Israel, y no me sorprende.
No se dejen confundir por un momento. Este es el resultado de la política llevada a cabo por el actual Gobierno israelí, cuya esencia es «vamos a meter miedo al pueblo sobre todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor en Oriente Medio.
Vamos a demostrar que no hay interlocutor palestino. Vamos a construir más y más asentamientos y crear una realidad que no se pueda cambiar. Vamos a continuar no tratando con los graves problemas de Israel. Vamos a continuar sin resolver las carencias sociales graves en la sociedad israelí».
Esta ilusión funcionó de maravilla, siempre y cuando el sistema de seguridad fue capaz de proporcionar una significativa calma en los últimos años como resultado de la alta capacidad y la dedicación de los miembros del Mossad y del Shin Bet, el Ejército y la Policía de Israel, así como de la Autoridad Palestina, cuya contribución a la relativa tranquilidad en Cisjordania no se debe tomar a la ligera.
Sin embargo, el rápido deterioro que estamos experimentando en la situación de seguridad no vino por el vil asesinato de Naftali, Eyal y Gil-Ad, los tres jóvenes israelíes secuestrados. El deterioro es, ante todo, el resultado de la ilusión de que la inacción del Gobierno en todos los frentes puede congelar el conflicto con los palestinos; la ilusión de que «Etiquetas de Precio» no son más que un par de consignas en la pared y no racismo y terrorismo puro. La ilusión de que todo se puede resolver con un poco más de fuerza. La ilusión de que los palestinos van a aceptar cualquier cosa que hagamos en Cisjordania y que no responderán a pesar de la rabia, de la frustración y del deterioro social y económico. La ilusión de que la comunidad internacional no va a imponer sanciones contra nosotros, que los ciudadanos árabes de Israel nunca saldrán a las calles debido a la falta de atención a sus problemas y que el pueblo israelí continuará agachando la cabeza y aceptando la impotencia de su Gobierno para hacer frente a las brechas sociales que sus políticas crearon y continúan empeorando mientras que la corrupción sigue envenenando cada rincón de las dependencias estatales.
Mientras nos consternamos por el horrible asesinato de los tres adolescentes israelíes en manos de asesinos despreciables, una vez más escuchamos la retórica israelí de que en momentos de guerra no hay izquierda y derecha; estamos todos juntos y unidos.
Pero si bien no hay izquierda y derecha, los diputados Yariv Levín y Miri Regev (Likud), entre muchos otros, llaman a enfrentar a los musulmanes israelíes y hacerles entender que lo que ya fue no volverá a ser. El ministro de Transportes, Israel Katz (Likud), pide hacer temblar las casas en Gaza. El ministro de Economía, Naftali Bennett (Habait Haiehudí), como siempre, quiere sangre mientras falanges judías inflamadas persiguen y golpean a árabes. El ex viceministro de Defensa, Danny Danón (Likud), afirma que Netanyahu «traiciona» su compromiso con el pueblo de Israel.
Desde 1995 no escuchamos ni aprendimos nada. También así empezó la incitación que llevó al asesinato de Rabín: con la palabra «traidor».
Un joven palestino es quemado vivo y su primo norteamericano es duramente golpeado por la Guardia de Fronteras israelí. El canciller Liberman sostiene que el castigo de la diputada árabe, Hanín Zoabi, debe ser el mismo que el de los secuestradores palestinos, y en los asentamientos judíos en Cisjordania se sigue construyendo porque esa es la «respuesta sionista apropiada» a los asesinatos, cuando en realidad se construye, como si nada, todos los días del año.
Y esto es sólo el comienzo. Siempre hay derecha e izquierda. Están los que gritan y los que permanecen en silencio. La mayoría de la opinión pública israelí está convencida de que siempre es víctima y creó un mecanismno de negación que se interpone entre ella y la realidad: nuestros hijos son asesinados brutalmente y cada niño palestino que muere viene con una automática justificación, recitada como una repetición robótica de las noticias de la televisión hebrea.
Sin embargo, niños inocentes mueren por el fuego directo de soldados isralíes en las playas de Gaza. A los ojos de los palestinos, y con toda razón, son todos niños masacrados. Más de 1.300 niños palestinos (!) resultaron muertos en los últimos 14 años. Pero el mantra ocioso continúa: las Fuerzas de Defensa de Israel no matan en vano; nosotros no matamos niños a propósito, nosotros hacemos las cosas bien. Somos moralmente superiores.
El recitado automático y moral de superioridad oculta la realidad y crea un sentimiento falso y peligroso de que nos consideramos eternas víctimas del pasado, del presente y del futuro.
En Israel se formó una sociedad violenta y opresora; una sociedad que se encuentra en una constante posición de victimización. Pero los niños muertos en la playa de Gaza - y muchos más a lo largo de décadas de violencia - son una marca en nuestra frente imposible de quitar. Quien busca justificativos posibles en ello, los encontrará sólo si se miente a si mismo. Esa mancha nos acompañará a lo largo de toda la heroica historia del Movimiento Sionista que aún queda por escribir.
Nunca borraremos nuestros logros, que son muchos y enormes, pero tampoco nuestra vergüenza.
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Publicado originalmente en el blog de la Casa de Cultura Mordejai Anilevich (Uruguay) http://ccma.uy/blog/113-nuestros-ninos-y-los-de-ellos 

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