“Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él.” – Tzvetan Todorov


lunes, 14 de mayo de 2012

Presentación del libro Ellos y Nosotros de Marcelo Schejtman - 13/05/12


Presentación del libro
Ellos y Nosotros
de Marcelo Schejtman
13 de mayo de 2012
Centro Deportivo Israelita
José Hamra Sassón


La lectura de Ellos y Nosotros[1] de Marcelo Schejtman requiere  hilvanar diversas historias que se desarrollan sincrónica y anacrónicamente.  Historias que dependen una de la otra hasta que llegan al momento de un atentado terrorista que atraviesa a sus diversos personajes, momento que catapulta un sinnúmero de encuentros y desencuentros, no todos de forma directa.  Esa fracción de segundos, que se concreta en una decisión de volarse o no, determinará la vida y la muerte de los complejos personajes que nos presenta Marcelo.
            Y no es un libro fácil porque desde la aparente sencillez del diálogo y las imágenes que se desenvuelven aparecen espejos que nos reflejan la realidad de un conflicto intrincado: el que comparten israelíes y palestinos.  Marcelo no lo dice, pero lo dice: estamos en Jerusalén, una ciudad falsamente unificada.  Si entre 1948 y 1967 alambradas de púas dividían el sector oriental del occidental, desde la ocupación israelí de los territorios palestinos el miedo es uno de los elementos que construyen las barreras erigidas entre los que Schejtman bautiza como Ellos y Nosotros.  Es el miedo el que muchas veces determina nuestro entendimiento del otro.  Lo dice la voz de Marcelo: Lo que Damián estaba haciendo era simplemente opinar; más que eso, peor que eso, lo hacía desde el miedo, un miedo que no lo abandonaría nunca más.
Marcelo es claro: hay una relación donde una de las partes ejerce su poder sobre la otra.  Se llama ocupación, se llama colonización.  Y desde esta realidad asimétrica, que generalmente no se quiere aceptar como tal, se desarrolla la victimización como deporte regional.   Parecería ser que mientras más fuerte y claro sea el discurso de auto-victimización, más fácil se justifican todo tipo de atrocidades y violaciones a los derechos humanos, ya sea usurpación de tierras, atentados terroristas, torturas y detenciones extrajudiciales o lanzamientos de misiles a zonas civiles, por mencionar sólo algunas.
Ellos y nosotros es un libro complejo porque los personajes que recrea Schejtman son lo suficientemente contradictorios como para caer en los lugares comunes y cotidianos.  Ni el extremista religioso es el terrorista, ni el profesor ilustrado es dueño y amo de la razón humanitaria.  Marcelo no cae en los estereotipos simplones que nos hacen quedar bien con nosotros mismos.  Una lectura cuidadosa nos llevará a enfrentar nuestros lados más oscuros, a cuestionarnos quiénes son Ellos y quiénes son Nosotros. 

Ellos y nosotros es una novela que se desenvuelve falsamente en una aparente sencillez.  Más que respuestas a las causas de un conflicto entre dos construcciones sociales que llamamos “pueblos”, a lo largo del libro Schejtman nos desvela una serie de preguntas que nos confronta con la crudeza de la complejidad.  Buenos y malos son meros constructos desde donde suponemos los hechos y los hacemos digeribles, cómodos para nuestras inteligencias, pero sobre todo para nuestras conciencias.  Si todos somos buenos y malos, si todos somos gente con miedos, frustraciones e ilusiones, ¿por qué la necesidad de hacer patente nuestras diferencias nacionales y religiosas? ¿Por qué no vivir todos bajo una misma organización social y dejar nuestras diferencias para dentro de casa? ¿Por qué a la gente le es más fácil no lidiar con gente diferente? ¿Por qué la gente es ignorante y perezosa? […] ¿Por qué la lucha?  ¿Por qué el sacrificio?
Me parece necesario y sumamente interesante abordar el libro desde la decisión misma del título.  Hace unas semanas, cuando nos reunimos Marcelo y yo, le pregunté por qué Ellos y no los Otros.  Ellos, me dijo Marcelo, porque a diferencia de los Otros, denota a alguien en particular que puedo señalar e identificar.  Ellos son los que nos hacen víctimas a nosotros.  Los culpables son Ellos, ellos que están allá y que están en mí contra.  
Sigo con mi reflexión.  Agregaría que ese Ellos refleja la lejanía del tercero que no está presente aunque esté a nuestro lado.  Ese tercero que igualmente construimos y se construye desde el contexto social.  Ellos es un ser por lo general ausente, un mito, un fantasma.  Ese Ellos es el militante terrorista y el soldado opresor que se enfrentan sin tocarse.  Porque tocarse los haría humanos.  Es Ellos y no Ustedes precisamente porque no hay contacto, no hay un diálogo que permita hablar en segunda persona.  La referencia es a la tercera “persona”, -persona entre comillas-, porque en el contexto del conflicto, ese tercero, nos dice Schejtman, es todo menos un ser humano.
Hago un paréntesis para ilustrar lo anterior desde el Nosotros que supone este marco afín a Israel.  El día de ayer, sábado 12 de mayo, miles de israelíes salieron a las calles para protestar contra la injusticia social.  Según los organizadores, se trata de la reactivación de las manifestaciones del verano pasado.  Entre las proclamas se escuchaba, “Queremos justicia, no caridad” y “Quitando de los pobres, dando a los ricos, qué país de corrupción”.  En paralelo, no lejos de Tel Aviv, Haifa, Naharia y Jerusalén,  al menos 1,600 prisioneros palestinos se mantienen en huelga de hambre como protesta no-violenta por su detención en cárceles israelíes sin un juicio de por medio.  Este tipo de detenciones por parte del ejército de Israel son recurrentes y pueden durar meses y años sin un proceso judicial. Dos de estos prisioneros, dos de Ellos, llevan más de 70 días en huelga de hambre. 
En el espectro más amplio, las protestas sociales en Tel Aviv han evadido ligar las desigualdades en la sociedad israelí con la ocupación de los territorios palestinos, la injusticia social en la que viven millones de personas en Palestina y el expansionismo de los colonos judíos.  Una separación artificiosa que prueba la evasión de Ellos en Nosotros, aunque Nosotros seamos lo que odiamos de Ellos.  ¿Y si al final de cuentas Nosotros efectivamente somos Ellos?  En términos de Schejtman, Nosotros protestan contra la injusticia social, sin ni siquiera mencionar la injusticia que ese mismo Nosotros le provoca a Ellos. 

Regreso al texto de Marcelo, quien desborda en su pluma lo que entiendo es su filosofía de vida.  Somos los que hacemos, somos lo que decidimos ser, lo que queremos ser.  La suerte, si es que tiene algún peso en nuestras vidas, no es parte del juego.  Decidir vivir no significa no decidir morir.  Decidir vivir requiere una acción creativa constante a partir de la toma de la decisión: hacer.  Decidir vivir es meterse el dedo índice por la garganta y vomitar toooda, toooda la muerte.  Varias veces.  Hasta que no quede ni su olor.  Es tomar el diente frontal y pegarlo de regreso en la encía amputada.  Sin embargo, el mensaje en este texto no raya en lo ingenuo.  En ocasiones, decidir vivir conlleva una paradoja: ese hacer es la puerta a la muerte, al ocaso de la vida. 
Así, siendo la vida una elección constante, Schejtman elige las palabras para titular su libro no por casualidad.  Nosotros, un pronombre personal en primera persona, en su etimología señala “yo y los otros que son como yo”.  Es decir, yo y los que son como yo son Nosotros.  Por su parte, la connotación etimológica de Ellos no es tan evidente y encierra secretos.  Empiezo por la segunda sílaba de la palabra Ellos, que es otro pronombre personal, pero en tercera persona.  Esta segunda sílaba es –llos, que resulta ser una homofonía del plural del Yo singular.  Es un yo oculto que requiere ser descubierto.  El Yo plural (Yos) es sinónimo de Nosotros.   Así, Llos (con “doble l”) es un sinónimo homófono e involuntario de Nosotros. 
¿Qué pasa con la primera sílaba de Ellos?  El prefijo e-, cuenta con tres acepciones (según la Real Academia Española):

·         Significa fuera de (v.g., eliminar)

·         indica procedencia (v.g., emigrar),

·         indica extensión o dilatación (v.g., efusión).

Es decir, E-llos son un Nosotros que:

·         Son eliminados de Nosotros (acabar con Ellos)

·         Vienen de Nosotros (establecer una relación de autoridad sobre Ellos)

·         Son una extensión de Nosotros (y por ende, son Nosotros) 

¿Por cuál de estas tres acepciones se inclina Marcelo?  Me parece que nos da la pista desde el título mismo.  Elije “Y” como conjunción copulativa entre Ellos y Nosotros.  “Y” que “denota idea de repetición indefinida, precedida y seguida por una misma palabra”.  Muertes y muertes, días y días. Ellos y Nosotros son a final de cuentas lo mismo.  Se repiten, se reproducen unos a otros.  Ellos no son sin Nosotros y viceversa.  El libro pudo haberse titulado simplemente Nosotros.  Sin embargo, Ellos es necesario porque desdobla ese Nosotros que consideramos puro y bueno y lo refleja en que también somos Ellos.
Escribe Marcelo: Ellos son la peor pesadilla porque Ellos nos muestran exactamente cómo es el mundo detrás del espejo.  Ellos son exactamente todo lo que no somos Nosotros, todo lo que pudimos haber sido y, peor, lo que podríamos ser.  Por eso tenemos que volver a Nosotros, porque en nosotros está todo lo que Ellos no son, nuestra guarida. En Nosotros está todo lo que somos y lo que anhelamos ser: la Justicia, la Verdad, el Amor y la Paz.  En Ellos, el negativo: la lucha por la Violencia, por la Codicia, por Ellos, por Ellos contra Nosotros.
Es decir, Ellos y Nosotros son lo mismo.  No somos Nosotros, somos los otros.  Somos Ellos que queremos eliminar, somos Ellos que vienen de Nosotros, somos Ellos que son una extensión de Nosotros.  Ellos y Nosotros son pronombres intercambiables.  Ellos y Nosotros, cualquier Ellos y Nosotros, son intercambiables.  Schejtman así lo demuestra a lo largo de su novela.
Justamente Tzvetán Todorov nos ilustra está conclusión a la que llega Marcelo: “El miedo y el odio al bárbaro es lo que amenaza con convertirnos en… bárbaros”.  El humano que dice ser dueño de la verdad se convierte en el bárbaro.  La víctima en el victimario.  Bien pudo Schejtman elegir para su título la conjunción “O” que denota diferencia: Ellos o Nosotros. Pero eligió la que les une en el destino.  Para bien o para mal.  Reitero desde Todorov: “Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él.” 
El asunto, entonces, reside en elegir cómo nos relacionamos con el otro.  Schejtman toma partido por esa tercera acepción de E-llos: Ellos son una extensión de Nosotros.  No hay suma-cero en el conflicto: o sobrevivimos todos (coexistimos) o, al final de la historia, nos vamos, como se dice en el argentino más cotidiano, nos vamos todos a la miércoles.
Leo a Marcelo: La realidad de la zona había convertido a sus habitantes en víctimas de una violencia incontrolable y en sus principales agentes perpetuadores.  A diferencia de lo que decían en las noticias, ambos coincidían en que la división entre Ellos y Nosotros, más allá de la geográfica, no cuadraba con la de buenos y malos ni con la de víctimas y victimarios.  Todos eran tales, y también ninguno.  En este sentido, cabe mencionar algunos de los casos, reales y cotidianos en Israel/Palestina donde Ellos y Nosotros han decidido confundirse y romper con esa división para convertirse en Nosotros.  Ahí están organizaciones como Combatientes por la Paz, el Centro de Investigación e Información de Israel/Palestina, la ONG Majshom Watch – Mujeres Contra la Ocupación y por los Derechos Humanos, la escuela binacional Neve Shalom ~ Wahat al-Salam, Radio All for Peace, Parents Circle - Families Forum (conformado por israelíes y palestinos que han perdido a hijos y hermanos en el conflicto), Peace it Together, entre muchas (en mi blog Frente al Espejo documento más iniciativas que promueven la coexistencia entre israelíes y palestinos).  Además, semanalmente se realizan protestas conjuntas de israelíes y palestinos contra el muro de separación en Bilin, Budrus y otras ciudades de Cisjordania.
            Finalmente, ¿cuál es el lugar para la esperanza, el amor y Dios en Ellos y Nosotros?  La tónica del libro nos deja en la ambigüedad para obligarnos a reflexionar, a tomar postura.  Para tomar decisiones.  La esperanza habita en todo momento a lo largo del libro bajo la capa protectora de “Los Tres Temibles”, tres niños de un jardín de infantes dispuestos siempre a llegar a la distancia más lejana.  ¿Cuál es la distancia más lejana?  Sin duda alguna la que acaba con esa diferenciación entre buenos y malos, la que acaba acoplando a Ellos en Nosotros, que, como he discutido, son uno mismo.  Dice Marcelo en voz de uno de sus personajes: El secreto está en los niños.  El embrujo se rompe en los niños.  En los niños el embrujo no surge efecto. 
El amor, que aparece como ideal, transcurre por los capítulos de Ellos y Nosotros dejando una estela de sangre.  No es el amor idílico, es el amor ciego y chovinista de un cupido que canjeo el arco y la flecha por una bazuca.  Sorpresivamente, es Dios, como una construcción (desde lo social) de Ellos y Nosotros el que podría tener la primera palabra para revivir la esperanza.  Dejo al lector descubrir las ambigüedades  en el amor, la esperanza y la divinidad incitadas por el miedo más primario.
            Ellos y Nosotros de Marcelo Schejtman es una invitación al lector para descubrir su YO entre estos dos constructos que se llaman a sí mismos Ellos y Nosotros.



[1] Schejtman, Marcelo, Ellos y nosotros, Cambridge BrickHouse, Massachussetts, Estados Unidos, 2010, pp. 124.