“Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él.” – Tzvetan Todorov


miércoles, 5 de septiembre de 2007

Nuevos encuentros en el Espejo

Otras tres iniciativas en las que participan israelíes, árabes y palestinos / judíos, cristianos y musulmanes, son proyectos concretos que permiten experimentar al "otro" en un afán por romper con las barreras del odio.

Hago referencia a la primera gracias a una recomendación que recibí, indirectamente, desde Buenos Aires, Argentina. Transcribo textual el mensaje del Rabino Baruj Plavnick:

From: pardes@
To: marlenehamra@
Subject: Blog
Date: Tue, 21 Aug 2007 00:33:48 -0300

Estuve ojeando el Blog de tu hno.

Decile que vea Sulha Peace Project (así lo va a encontrar en Google).

Lo dirige el hijo menor de Marshall Meyer z”l que se llama Gabriel Meyer y me parece que tiene mucho para compartir.

Shalom

Rabino Baruj Plavnick

Más información de la Fundación PARDES: http://www.pardes.org.ar/

Hasta acá el mensaje que, debo decir, es alentador.

¿Qué es Sulha Peace Project? La página principal de esta organización dice lo siguiente:

Debido al conflicto árabe – israelí, judíos y árabes en Israel y Palestina tienen muy pocas oportunidades para encontrarse como seres humanos iguales. La falta de contacto personal genera desconfianza, prejuicios y estereotipos.

El Proyecto de Paz Sulha, una organización social no lucrativa, está inspirado en el proceso nativo de mediación (Sulha), y tiene como objetivo reconstruir confianza, restaurar la dignidad y superar la agenda política.

Trabajando básicamente en el nivel social, Sulha prepara - “desde abajo”- a la gente para la paz. Además, complementa los esfuerzos pacificadores que se realizan en las esferas diplomáticas y gubernamentales.

No me sorprende que haya voces, encarnadas en organizaciones y personas, que comulguen con una visión de paz, diálogo, y coexistencia entre árabes y judíos, palestinos e israelíes. A pesar de la idea "mediatizada" de que la relación Israel - Palestina es solamente guerra, odio y muertos, los esfuerzos por encontrarse, en los más diversos contextos y espacios, han sido constantes.

La necesidad de superar el reflejo del espejo es sencilla: israelíes y palestinos comparten el mismo espacio vital. La sobrevivencia de ambas naciones depende una de la otra.

En este sentido, movimientos de corte religioso y espiritual, como Sulha, contribuyen a superar las imagenes de odio que se proyectan cotidianamente. Y no porque sean necesariamente falsas, cierto es que hay varios sectores en ambos lados que refugian sus miedos a lo desconocido en el extremismo nacionalista y/o religioso. Pero estas percepciones no son únicas, y no necesariamente las mayoritarias.

Así pues, resulta por demás interesante esta iniciativa ya que cuestiona otra generalidad aceptada por el grueso de la opinión pública: que la raíz del conflicto palestino - israelí (árabe - judío) es una causa religiosa y que, además, es insuperable. Sulha demuestra justamente lo contrario. En este caso las religiones contribuyen a resolver el conflicto (independientemente de que la razón NO es religiosa).

Hay otras dos iniciativas, también de base social, pero no de corte ecuménico, que llaman mi atención. La primera, de la cuál sólo hago mención por ahora, es The Parents Circle – Families Forum. Esta organización esta conformada por israelíes y palestinos que comparten una misma tragedia: haber perdido a algún familiar directo a causa de la guerra. La página de esta organización social contiene testimonios de algunos de sus miembros. Como es de suponer, son en momentos desgarradores. Vale la pena leerlos, pues permiten experimentar el valor de estos "enemigos" para superar el dolor y ver un futuro común. Sí, se trata de otro espacio que rompe con los prejuicios y cuestiona las generalizaciones.

La otra iniciativa es Radio All for Peace , un proyecto por internet en la que participan palestinos e israelíes por igual. La programación de esta estación incluye noticiarios, espacios de análisis y discusión y, por supuesto, música en árabe y hebreo (se puede escuchar desde aquí). Es una buena oportunidad para experimentar un proyecto en común, a pesar del conflicto. Y sí, se trata de otra iniciativa social.

En conclusión, la paz entre palestinos e israelíes se sigue construyendo, a la espera de que las instancias de poder político en ambas partes finalmente decidan firmarla.

José Hamra Sassón

sábado, 18 de agosto de 2007

Oportunidades para experimentar al "otro"

Un proceso de construcción de paz implica, entre varios factores, la necesidad de "traspasar continuamente el espejo". Es decir, derribar prejuicios y estereotipos respecto al otro, sobre el que hemos aprendido que es "nuestro enemigo". Estas ideas se adquieren como parte, digamos, "natural" de la socialización. Pocas veces tenemos la oportunidad, coraje o atrevimiento, de confrontar nuestras nociones preconcebidas. En otras palabras, la información que recibimos en los distintos entornos sociales en los cuales nos desarrollamos (familia, escuela, sinagoga/iglesia/mezquita, comunidad, amistades, etc.) nos crean imagenes negativas sobre el otro. No es normal cuestionar estas ideas. Simplemente "sabemos" que no debemos juntarnos con quien no es como nosotros ya que es una amenaza latente a nuestra propia existencia. Nuestro entorno no lo facilita y continuamente recibimos información (por lo general poco matizada) que refuerza estas ideas. Insisto, pocas veces se analiza y cuestiona, por lo que fortalecemos nuestros modelos mentales bajo parámetros maniqueos: blanco-negro, bueno-malo. Simplemente "sabemos" que se trata de sobrevivir. "Judío", "árabe", "sionista", "palestino", "israelí", son nociones que se convierten en etiquetas que denotan maldad, peligro, desconfianza.

En el conflicto árabe - israelí todavía es poca la interacción que se puede dar, tanto en Medio Oriente como en las comunidades diaspóricas, entre los diversos grupos y sectores sociales que, de una u otra forma, participan en esta dinámica. Afortunadamente, como refleja Frente al Espejo, existen muchos esfuerzos que buscan revertir la ignorancia aprendida sobre "ese otro". Destacan, por supuesto, la diversidad de instituciones, esfuerzos personales y movimientos sociales y políticos que en el contexto árabe - israelí (y en el particular del palestino - israelí) han asumido la necesidad de conocer al llamado "enemigo".

Las realidades "diaspóricas", fuera del espacio territorial del conflicto, muchas veces facilitan la interacción entre árabes y judíos. En países como Canadá y Estados Unidos, si bien no deja de haber recelos, esta posibilidad se multiplica dada la naturaleza plural de sus sociedades. Incluso en los momentos más álgidos del conflicto palestino - israelí o de los temores que se dispararon tras los ataques terroristas del 11 de septiembre, no dejan de surgir iniciativas para derribar los muros de la ignorancia, de cruzar el espejo.

Tres de estos esfuerzos los documenta Esther Shabot en su columna semanal en Excelsior, donde en "El discreto heroísmo de los conciliadores" (12 de agosto) rescata casos recientes, a nivel institucional, en este sentido. Así, proyectos como "Peacemakers" o reuniones ecuménicas y académicas se encargan de abrir espacios de interacción que precisamente tienen como objetivo, dice Shabot, "desmitificar al enemigo, comprender cada cual las razones del otro y desactivar las fuentes emocionales de la violencia ciega y de los prejuicios tan comunes entre quienes por décadas se han confrontado en una lucha sin cuartel".

Otro caso más, ya en el plano del activismo social, es el de George A. Gorayeb, un estadounidense de origen sirio-libanés, quien hace cinco años se dio a la tarea, junto con Zachary Berk, un judío estadounidense, de promover la paz en Medio Oriente a través de "retiros" que reunieran a árabes y judíos. Lo que en principio unió a estos dos hombres de negocio fue su afinidad ideológica, que les permitió reconocerse, primero, como seres humanos. Esta experiencia, que llevó a judíos y árabes en Estados Unidos a reflejarse en el espejo, la relata Gorayeb en "An opportunity to experience" (Common Grounds News, 16 de agosto). "Los estereotipos negativos son más difíciles de aceptar cuando tienes buenos amigos que contradicen estas nociones". Con permiso del autor a continuación republico su testimonio.

José Hamra Sassón

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An opportunity to experience

George A. Gorayeb

ARNOLD, Maryland - In November, 2002, sixteen people, half of them Jewish- ad half Arab-American, met an hour north of New York City for a weekend dialogue workshop. Most of them had not dared anything like this before. When they gathered Friday evening for introductions, anxiety was visible on all the participants' faces. The mistrust was palpable.

One participant had served in the Israeli Army decades ago. It seemed to some of us that his only previous conversations with Arabs had been while he was holding a rifle and they were answering his questions. The introductions caused some nervous laughter and an amazing process began. Seldom in our lives had we been compelled to more directly face our own prejudices.

A few months prior, I agreed to have dinner with a man named Zachary Berk. He is Jewish and I am of Syrian/Lebanese ancestry. We met to discuss creating an organization to promote Mideast peace. We were not sure whether we could overcome our suspicions and be able to collaborate, but nonetheless quickly became friends. We are both businessmen and were anti-Viet Nam war activists in college. We discussed our mutual admiration for Martin Luther King and non-violent movements like Mahatma Gandhi's efforts to free India.

We ultimately decided that we would take the risk and organize our first peace retreat. He would recruit Jewish participants and I would recruit Arab participants. It proved more challenging than we anticipated. Most people were either too uncomfortable or rejected the idea as a waste of time that would lead to nothing. Committing to spend a weekend with a group of strangers, half of whom you might really dislike, is not most people's idea of fun.

But we ultimately coaxed enough participants to attend and we found ourselves uncomfortably sitting in a circle to hear each other's life stories on a Friday evening at a Girl Scout Retreat Center. Most participants found the interaction very stressful. I was not sure if this social experiment would explode into a screaming match lacking all constructive communication. If that happened, the opinions people held would just be reinforced.

The attitudes that evening reflected years of frustration with the other side. The Jewish participants expressed anguish at suicide bombers, religious extremists consumed by blind hatred and years of Arab rejections to Israeli overtures of peace. The Arab participants complained of the suffering, oppression, and humiliation endured by the Palestinians and Israeli rejections of Arab overtures to make peace. Much of the interaction was exactly what we would all expect of such a group. It seemed unlikely to change any minds or hearts.

We broke for dinner and ensured that there were an equal number of Jewish and Arab guests at each table. As we broke bread together, the dialogue was more civil. People described their families, and even childhood memories. There was laughter, and with it, a miraculous process began to unfold.

On Saturday, we broke into small groups and did role reversal exercises. We created scenarios in which Arab participants would play the role of an Israeli soldier, or settler. The Jewish participants would assume the role of a Palestinian teenager in a refugee camp, or a Palestinian parent struggling to find work and raise a family.

We did other exercises that exposed private inner feelings and by that afternoon, many had gotten emotional. Some described hardship and suffering endured by their parents and tears were shed. People became increasingly honest about their feelings as they opened up to the group. Our common humanity was becoming evident to everyone involved.

By Sunday afternoon, as we said our goodbyes, the transformation was shocking. Miraculously, somehow we had all become sincere friends. Many joked, hugged and made plans to gather for dinner reunions. Most agreed that this weekend had changed them profoundly.

After that success, we held several more weekend retreats with similar groups. The results were consistently encouraging. The lesson was clear: given an opportunity to experience another person's life and views in a non-threatening, safe environment, most people's prejudices are mitigated. Negative stereotyping becomes much harder to accept when you have good friends who contradict that stereotype. It seems obvious to us that if real Mideast peace is ever realized, it will come when we can acknowledge and address our common hopes and fears.

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* George A. Gorayeb lives near Annapolis, Maryland and still promotes Jewish-Arab dialogue. He can be reached at georgegorayeb@yahoo.com. This article is distributed by the Common Ground News Service (CGNews) and can be accessed at http://www.commongroundnews.org/.

Source: Common Ground News Service, 16 August 2007, http://www.commongroundnews.org/

Copyright permission has been granted for republication.

martes, 14 de agosto de 2007

Alcances y Límites de la Desconexión - Diciembre 2005

En la última semana me hicieron un comentario verbal sobre el "cambio" que había experimentado Ariel Sharon en sus últimos meses de vida política. Ese cambio que se percibió a raíz de la desconexión de Gaza, no fue más que eso, una percepción.

A continuación presento un artículo que publiqué en diciembre de 2005 en la revista Bien Común No. 132, de la Fundación Rafael Preciado. En él planteo, entre otras cosas, las razones que "obligaron" a Sharon para tomar la decisión de retirar al ejército de Israel y desmantelar las colonias judías de la Franja de Gaza.

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Alcances y Límites de la Desconexión

Por José Hamra Sassón*

La desconexión israelí de Gaza y parte de Cisjordania fue calificada en su momento como un hecho histórico. El operativo inició el pasado 15 de agosto y concluyó, contra todos los pronósticos, tan sólo una semana después e implicó la evacuación de 8,500 colonos judíos de los 21 asentamientos de la franja de Gaza y de otros 1,000 de cuatro al norte de Cisjordania[1]. Israel desmanteló por primera vez en la historia del conflicto con Palestina asentamientos y bases militares de tierras reclamadas por los palestinos para establecer su Estado independiente. Además de histórico, el plan de desconexión resultó sorprendente ya que quien encabezó la decisión fue el primer ministro Ariel Sharon, el padre del proyecto de colonización en los territorios ocupados tras la guerra de 1967.

Pero también es cierto que la desconexión era inevitable. El propio Sharon no pudo haber sido más claro en su mensaje con el que puso en marcha el operativo: “No podemos controlar Gaza para siempre. Más de un millón de palestinos viven ahí y duplican su número en cada generación, viviendo hacinados en los campos de refugiados, empobrecidos y escuálidos, en invernaderos de odio sin esperanza”[2]. Palabras que finalmente calaron en la sociedad israelí después de 38 años de ocupación, dos intifadas y miles de muertos en ambos lados. Y si bien la desconexión fue una vuelta de tuerca necesaria para resolver el conflicto entre palestinos e israelíes, también es cierto que por sí sola es insuficiente para reavivar las esperanzas de paz. A final de cuentas, el proyecto que lanzó públicamente Sharon en diciembre de 2003[3] es una medida unilateral, cuyo eje es una decisión regida por la fuerza de la imposición y no la negociación. La desconexión fue un fin en sí mismo y no forma parte de una visión estratégica que derive en resolver el conflicto palestino-israelí. Más aún, la desconexión fue una “jugada genial” que permitió a Sharon evadir una serie de presiones internas y externas que ponían en riesgo su futuro político.

En este sentido, con el planteamiento que hizo de la salida unilateral de Gaza el primer ministro israelí desvió la atención de las críticas en torno al llamado muro de seguridad que se construye en Cisjordania. Su levantamiento inició en 2002 después de una serie de sangrientos atentados suicidas en territorio israelí. El proyecto ha sido efectivo para reducir hasta en 90% los ataques terroristas en Israel, pero también ha tenido graves consecuencias para la población palestina. Manipulando los argumentos sobre seguridad, el trazo del muro ha separado a miles de palestinos de sus tierras de cultivo e incluso de escuelas y hospitales, anexando de facto a Israel 8% del territorio de Cisjordania y entorpeciendo la libertad de movimiento de su población. Los críticos del muro, que se construye en buena medida sobre tierra palestina, han señalado que en el fondo se trata de un recurso para que el gobierno de Sharon logre un mayor control israelí sobre Cisjordania. La propia Corte Penal de la Haya determinó en julio de 2004 que la construcción del muro violaba la ley internacional y demandó poner fin a su construcción, así como derribar las secciones existentes. Con la atención desviada a la retirada israelí de Gaza, la presión internacional sobre el muro y sus consecuencias pasaron a segundo término. En ese mismo sentido, el plan de desconexión de Gaza quitó presión internacional sobre el asedio militar israelí contra el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, quien desde 2002 se encontraba recluido en sus cuarteles de Ramallah.

Respecto al gobierno de Estados Unidos, el proyecto unilateral presentado por Sharon fue decisivo para que la presión que comenzaba a ejercer el gobierno de George W. Bush respecto al cumplimiento de la Hoja de Ruta del llamado Cuarteto[4] se concentrara prácticamente en las exigencias a la Autoridad Palestina de poner fin a los ataques contra Israel. La decisión de Sharon hizo que las demandas a Israel de frenar la política de colonización en los territorios palestinos ocupados se diluyeran. Finalmente, la retirada de Gaza y el norte de Cisjordania implicaba desmantelar asentamientos, con lo que el gobierno de Israel fue eximido por Washington para hacerlo del resto de las tierras ocupadas. Precisamente, en abril de 2004 Bush declaró que era irreal, dados los hechos consumados, pensar que Israel se retiraría de todos los territorios ocupados[5], tal y como lo exigen las diferentes resoluciones de la ONU que son base de la negociaciones de paz. El discurso estadounidense reforzó la posición israelí al exigir a la ANP, encabezada en ese entonces por Arafat, un cambio de dirigencia como condición para avanzar en las negociaciones[6]. Mientras tanto, otorgaba a Sharon carta blanca para combatir, por un lado, al radicalismo palestino (en particular a Hamas) bajo el pretexto de la “guerra contra el terrorismo” y, por el otro, fortalecer la presencia y el control israelí en Cisjordania y Jerusalén oriental.

La decisión de Sharon para “desconectarse de Gaza” también tuvo efectos en el ámbito interno israelí, sobre todo en lo que se refiere a su popularidad y al crecimiento de una alternativa política generada por los sectores pacifistas de las dos partes. En noviembre de 2003 se dio a conocer la Iniciativa de Ginebra, que incluye un borrador para un acuerdo de paz entre Israel y Palestina. El proyecto, impulsado por parlamentarios de la oposición israelí y funcionarios y legisladores palestinos, así como miembros de organizaciones civiles de ambos lados, ofrece soluciones concretas a asuntos tan sensibles como los refugiados palestinos y Jerusalén. Desde el punto de vista territorial, la iniciativa propone la salida israelí de la totalidad de la franja de Gaza y buena parte de Cisjordania. En el fondo, la Iniciativa de Ginebra lleva como mensaje que, contrario a lo que sostenía (y sigue sosteniendo) el gobierno de Sharon, sí había con quien negociar la paz[7]. El “acuerdo no-oficial” tuvo una buena recepción en la comunidad internacional y la población israelí, contribuyendo en la caída que en ese momento sufría la popularidad de Sharon. A finales de 2003 las encuestas ubicaban la aceptación del primer ministro en tan sólo 34%. Aunada a la perspectiva de un fortalecimiento de la oposición, los índices de popularidad de Sharon eran impactados por al menos dos casos de corrupción que involucraban al primer ministro y sus hijos. En pocas palabras, con el sorprendente anuncio del plan de desconexión Sharon se sacudió la presión de sus críticos tanto en el ámbito interno como en el externo.

Ahora bien, la salida de los colonos judíos y las tropas israelíes de Gaza efectivamente debe ser catalogada como un “hecho histórico” por sí misma, pero los alcances del proyecto son mínimos. Como se ha discutido, la desconexión no buscó resolver el conflicto con los palestinos. Por ejemplo, la escalada de violencia que se registró a finales de septiembre demuestran los límites de la unilateralidad. Errores, irresponsabilidades, falta de tacto, declaraciones y la incapacidad de contención de diversos actores pusieron en evidencia los límites de la salida israelí de Gaza[8]. En este sentido, la falta de una negociación formal no permitió coordinar con la contraparte palestina el desmantelamiento de las colonias judías y la salida del ejército israelí. Esta carencia restó legitimidad a la ANP y fortaleció, en cambio, la posición de Hamas que argumenta que la salida israelí de Gaza fue producto de la lucha armada y el primer paso a la destrucción del Estado judío.

De haberla buscado, una negociación habría permitido retomar el rumbo hacia una solución al conflicto basada en dos Estados independientes. Sin embargo, el movimiento táctico de Sharon no forma parte de una visión conciliatoria. Eso sí, el primer ministro israelí purificó, al menos momentáneamente, su imagen ante la opinión pública internacional y en el terreno de las percepciones el balón pasó del lado palestino. El presidente de la ANP Mahmoud Abbas es ahora presionado para desarmar a las organizaciones radicales y parar el terrorismo, pero su estrategia para hacerlo no es bien recibida por Israel, que lo tacha de “líder débil” y le resta legitimidad como “socio para la paz”. En vez de enfrentarse a Hamas, Abbas busca cooptarlo a través de su participación en las elecciones parlamentarias de enero próximo.

No obstante lo anterior, el hecho es que hoy el ejército y los colonos israelíes están fuera de Gaza y el norte de Cisjordania (aunque Israel mantiene el control en casi todas las fronteras y los espacios aéreo y marítimo). Para la Autoridad Palestina el punto crucial es el futuro económico de Gaza. Abbas podrá legitimar su mandato adquirido en las urnas y exigir el desarme de las organizaciones radicales dependiendo de las posibilidades de generar un desarrollo a corto plazo de la economía palestina. Y para hacerlo, los palestinos requieren, entre otras cosas, del libre tránsito de sus productos agrícolas perecederos, por lo que Israel debe desmantelar las decenas de puntos de inspección militar que obstaculizan el comercio palestino tanto en Gaza como en Cisjordania. Otras necesidades de la economía palestina son el paso que permita conectar estos dos territorios palestinos, la reapertura del aeropuerto y la construcción de un puerto marítimo en Gaza. Estos temas fueron finalmente discutidos a principios de noviembre entre las autoridades de Israel y Palestina. Presionados por la Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, se logró un acuerdo para que la frontera de Gaza con Egipto quedara bajo soberanía palestina. Para responder a las preocupaciones de seguridad israelíes, el paso fronterizo de Rafah será monitoreado por observadores de la Unión Europea. Este avance brindará a los palestinos una relativa libertad de movimiento y podría aliviar en el corto plazo las presiones de índole económico. Además, por primera vez en su historia los palestinos podrán ejercer una suerte de soberanía monitoreada sobre una frontera.

La desconexión de Gaza también tuvo consecuencias en el ámbito interno de Israel. Sharon enfrentó a lo largo del proceso de desconexión una creciente oposición al interior de su propio partido, el Likud. Tanto los rebeldes de su partido como la ultra-derecha israelí y los colonos judíos, otrora aliados naturales de Sharon, lo tacharon de traidor e incluso fue amenazado de muerte. La rebelión puso en peligro su liderazgo a tal grado que el pasado 21 de noviembre el primer ministro en funciones renunció a su partido y solicitó la disolución del parlamento israelí. Ahora Sharon creó una nueva fuerza política con sus aliados con la que busca reelegirse en las elecciones que muy probablemente se realizarán en el primer trimestre de 2006. La formación de un nuevo partido que se augura tendrá el arrastre suficiente para permitir la reelección de Sharon, junto con el surgimiento de un liderazgo renovado en el partido Laborista, ha generado un gran revuelo que podría significar la refundación del sistema partidista israelí.

En conclusión, a pesar de las motivaciones que llevaron a Sharon a “desconectar” a Israel de Gaza, lo cierto es que las condiciones en el terreno de juego han cambiado. En principio, un logro indudable de la decisión unilateral de Sharon es que Israel puede desmantelar asentamientos sin que genere una “guerra civil” entre sus ciudadanos. Sharon finalmente se decidió a hacer lo que sus antecesores laboristas que defendían agendas de paz ni siquiera se atrevieron a proponer: sacar a colonos judíos de tierras palestinas ocupadas. En Cisjordania actualmente hay unos 180 asentamientos donde viven cerca de 400 mil colonos, la mitad de ellos en el área de Jerusalén oriental. Si se aprovecha el momento, se podrán ver en el corto plazo avances en esa dirección, lo que permitiría pensar en una próxima reconciliación entre israelíes y palestinos. Un acuerdo que implicaría la creación de un Estado palestino independiente en Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental como capital. La Iniciativa de Ginebra es una opción que puede convertirse en un modelo práctico para alcanzar un acuerdo final de paz. Este escenario optimista dependerá de muchos factores, entre ellos los resultados de los procesos electorales que se realizarán en enero y marzo en Palestina e Israel, respectivamente. Ambas sociedades tendrán la oportunidad de fortalecer las posiciones moderadas de ambos lados que defienden al diálogo como medio para alcanzar una solución de paz permanente. Sin embargo, está latente el riesgo de que las posiciones extremistas también se fortalezcan en cualquiera de los dos lados. En este caso, sólo podríamos esperar la continuación y el incremento de la violencia. Sin duda, la intervención de la comunidad internacional, (Estados Unidos y la Unión Europea) será vital para presionar a las partes y regenerar la confianza que se requiere para asegurar las condiciones de coexistencia a la que están destinados israelíes y palestinos.

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* Especialista en asuntos del Medio Oriente, columnista de Revista Antena Radio, Horizonte 108 (107.9).




[1] Gaza es una franja territorial de poco más de 360 km2 arrinconada entre Israel, la península del Sinaí (Egipto) y el mar Mediterráneo. Durante la guerra de 1948 fue ocupada por Egipto, la cual administró militarmente hasta que pasó a manos de Israel tras la “Guerra de los Seis Días”. En este minúsculo territorio viven poco más de un millón 300 mil palestinos, 70% de ellos en calidad de refugiados, producto de las guerras de 1948 y 1967. La franja tiene como fronteras 11 kilómetros al Sur con Egipto, 51 kilómetros al Norte y Este con Israel, y 40 kilómetros al Oeste con el mar Mediterráneo. Cisjordania es el territorio de 5,850 km2 que se encuentra entre Jordania e Israel. Tan sólo como referencia, el Distrito Federal de la Ciudad de México tiene un área aproximada de 1,500 kms2.

[3] El 18 de diciembre de 2003 Ariel Sharon hace la primera referencia pública a la “desconexión” de Gaza. Ver http://www.pmo.gov.il/PMOEng/Archive/Speeches/2003/12/Speeches7635.htm.

[4] El Cuarteto esta conformado por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU. La Hoja o Mapa de Ruta establece un calendario de logros para avanzar, en tres fases, hacia una solución permanente del conflicto palestino-israelí, que se base en la co-existencia de dos estados. La primera fase está concentrada en crear las condiciones para poner fin al ciclo de violencia. El documento se puede consultar en http://daccessdds.un.org/doc/UNDOC/GEN/N03/348/82/PDF/N0334882.pdf?OpenElement.

[5] Ver carta de George Bush a Ariel Sharon del 14 de abril de 2004 en http://www.pmo.gov.il/PMOEng/Communication/DisengagemePlan/bush140404.htm.

[6] Tras el fracaso de la Cumbre de Campo David de agosto de 2000, el discurso oficial israelí se centró en desconocer a Yasser Arafat como “socio para la paz”. Con Sharon al frente, Arafat pasó a ser “un obstáculo para la paz”, por lo que en diversas ocasiones se sugirió “removerlo” de los territorios palestinos.

[7] El Acuerdo de Ginebra se puede consultar en http://www.geneva-accord.org.

[8] El jueves 22 de septiembre tropas israelíes emboscaron a tres miembros de Jihad Islámica en Tulkarem, en Cisjordania, lo cual provocó la reacción de la organización que atacó desde Gaza territorio israelí con una serie de morteros. Al día siguiente, 10 mil militantes de Hamas se manifestaron armados en el campo de refugiados de Jabalia en una demostración de fuerza. En el evento estalló un camión cargado de explosivos matando a más de 20 palestinos e hiriendo a otros 140. La explosión fue causada por la torpeza en el manejo de las armas, como revelaron posteriormente las investigaciones de la ANP. Lejos de aceptar su error, el liderazgo de Hamas culpó a los israelíes de lo ocurrido. Acto seguido, radicales palestinos atacaron poblados al sur de Israel con unos 40 proyectiles caseros (Qassam). En represalia, el gobierno de Sharon puso en marcha la operación “Primera Lluvia” y reinició los asesinatos selectivos de presuntos terroristas palestinos.

sábado, 11 de agosto de 2007

¿Se reactiva el proceso de paz?

Casi todo parece indicar que así es. Considero que debe prevalecer un optimismo muy moderado, pero optimismo al fin. Por primera vez en siete años empiezan a soplar vientos en ese sentido en el conflicto israelí - palestimo. Las dudas de siempre se mantienen: ¿Qué tanto resistirán los líderes de Israel y Palestina a los movimientos extremistas? ¿Son genuinos los intereses de quienes hablan de hacer la paz? Construirla es un proceso que está en curso y que no necesariamente depende de los humores políticos.

A continuación presento una versión de la sección "Medio Oriente: Un Mundo Entero" del 8 de agosto. Ahí abordo las perspectivas de paz tras la reunión del pasado del lunes 6 de agosto entre Olmert y Abbas.

Como expreso, la Iniciativa de Ginebra vuelve a cobrar fuerza. Para abundar en esta propuesta, se puede accesar a su sitio de internet aquí. Bien vale la pena darle una revisada. Ademas del borrador de acuerdo de paz, hay una serie de spots en los que israelíes y palestinos promueven este proyecto que está listo desde 2003.

El Acuerdo de Ginebra fue uno de los factores que orilló a Sharon para impulsar la desconexión unilateral de Gaza. Necesitaba un golpe mediático que marginara una iniciativa que demostraba que sí había socio con quién negociar la paz. La desconexión fue una imposición más a los palestinos que fortaleció a Hamas (las consecuencias están a la vista), y que desvió magistralmente la atención de una iniciativa que ponía en riesgo su futuro político.

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PLAY IT AGAIN, SAM…
JOSÉ HAMRA SASSÓN
MEDIO ORIENTE: UN MUNDO ENTERO
REVISTA ANTENA RADIO 107.9FM
9 DE AGOSTO DE 2007
El pasado lunes 6 de agosto se reunieron en Jericó, Cisjordania, el Primer Ministro de Israel, Ehud Olmert y el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas. El objetivo fue preparar un proyecto rumbo a la conferencia internacional de paz convocada por George W. Bush para este fin de año.
Esta es la primera vez que una reunión entre los líderes de Israel y Palestina se realiza en territorio palestino. Sin duda, todo un acontecimiento dado el estado de la relación entre ambas partes. Se abre así, nuevamente, una oportunidad más para la diplomacia. Olmert expresó que estaba entre sus intereses “permitir futuros avances”, dijo, “en el establecimiento de un Estado palestino".
La retórica aún es vaga, pues no se han dado a conocer formalmente los alcances de estos “futuros avances” ni lo que entiende Olmert por “Estado palestino”. Para el premier israelí, estos progresos se concretan por el momento en mecanismos de seguridad y fortalecimiento de instituciones. Los detalles, las letras chiquitas, son las que necesitan ser aclaradas pronto para aprovechar los aires renovados. Aún no hay una posición oficial israelí respecto a las fronteras que delimitarían a ambos Estados, el paso entre Gaza y Cisjordania, el status de Jerusalén, el futuro de los asentamientos judíos y los refugiados palestinos. Si estos temas fundamentales no se tocan, no habrá nada de que hablar.
Sin embargo, es más que simbólico que el primer ministro de Israel haya expresado estas palabras desde Cisjordania. Olmert, como la gran mayoría de israelíes y palestinos, parece entender que la resolución del conflicto pasa por un Estado palestino independiente. Lo que falta hasta ahora es voluntad política, pero los mecanismos diplomáticos se han reactivado en diversos frentes por primera vez en siete años. Por un lado, Olmert ha dado vuelta a la hoja al guión sharonista. Si bien no descubrió el hilo negro, como político pragmático que es, margina la estrategia unilateral de “no-política” impuesta por Ariel Sharon a los palestinos. Abbas por su parte, con el agua hasta el cuello tras el golpe de Hamas en Gaza, ha logrado incluso el compromiso de las milicias ligadas a Al-Fatah para deponer las armas contra la ocupación israelí. Sí, es una nueva oportunidad para la paz entre israelíes y palestinos. Este ánimo se fortalece tras la reanudación de los contactos entre las representaciones diplomáticas israelíes y palestinas en todo el mundo. Así mismo, se ha reactivado la cooperación económica entre las partes junto con la liberación de unos 250 prisioneros palestinos.
En otro ímpetu en la misma dirección, se “filtró” a la prensa una propuesta de Shimon Peres, flamante Presidente de Israel, que rescata de la iniciativa de Paz de la Liga Árabe, la cual garantiza las fronteras del Estado palestino basado en las líneas previas a la guerra de 1967 y la normalización con Israel. El proyecto de Peres sugiere que ambas partes formalicen una base de negociación en la que Israel garantice al Estado palestino un territorio equivalente al 100% de las dimensiones de Gaza y Cisjordania. En otras palabras, establece que algunos asentamientos judíos en Cisjordania no serían desmantelados, siempre y cuando no interfieran con la continuidad territorial de Palestina. A cambio, Israel compensaría ese territorio con una cantidad equivalente de tierras israelíes adyacentes.
Sin decirlo, la propuesta de Peres refrenda la Iniciativa de Ginebra, lanzada a finales de 2003 por políticos y activistas israelíes y palestinos. Este proyecto, que ofrece desde ese entonces un borrador de un acuerdo de paz, rescata ideas que se presentaron antes en Oslo, en la iniciativa de Clinton de diciembre de 2000 y en la “hoja de ruta” de Bush. Pero a diferencia de otros planes, el Acuerdo de Ginebra define claramente los objetivos y determina los principios de un cronograma y mecanismos para su aplicación. También ofrece una solución negociada a los temas centrales, y más sensibles, en el conflicto.
Así pues, un acuerdo ya está más que planchado, pero es voluntad política lo que falta para apuntalarlo y hacer frente a las minorías extremistas que se opondrán por todos los medios a su alcance, como ya lo han demostrado antes. Y este último paso dependerá de la seguridad de los principales negociadores. Si el proceso de paz cae nuevamente como rehén de intereses particulares, no se concretará ningún avance. En ambos casos, poner fin al conflicto se convierte en un salvavidas para mantenerse en el poder. Mientras Olmert es un gris político rodeado de escándalos de corrupción y tráfico de influencias, Abbas requiere de una salida a la escalada de violencia intra-palestina. La urgencia de hacer frente a Hamas en Gaza podría dividir aún más a la calle palestina. Si no hay un proyecto de nación que los palestinos compartan, cualquier esfuerzo de paz con Israel será en vano.
En este sentido, bien valdría la pena cuestionarse si marginar a Hamas es la estrategia adecuada. La precariedad que se vive en Gaza le ha restado popularidad al movimiento islamista, pero no poder militar. Marginarlo, como se pretende desde enero de 2006, no ha sido efectivo. Tampoco suponer que se puede llegar a un acuerdo con los palestinos “cisjordanos” y dejar a los de Gaza a la deriva. Nadie puede asegurar que Cisjordania no se contagiaría de una violente crisis social que surgiría en Gaza si su economía se colapsa, como lo prevé la ONU. La franja, a pesar de estar bajo control de Hamas, no debe relegarse del proyecto nacional palestino.
El reto está ahí: que el proceso de paz que retoman los líderes no sea una mera tabla de salvación. Más ilusiones falsas al pueblo palestino implicaría fortalecer las posturas extremistas, algunas de las cuales ya rebasan la opción de Hamas. No obstante, se abre una nueva ventana de oportunidad para la paz. Como lo hemos mencionado, el camino está trazado. Falta ver que los líderes de Israel y Palestina realmente tengan la capacidad y el valor suficientes para transitarlo y llegar hasta su última parada.

jueves, 2 de agosto de 2007

Reseña del "Big Jump"

El 15 de julio los "Amigos por la Tierra Medio Oriente" dieron el "Gran Brinco" en el río Jordan (ver entrada del 13 de julio).

EcoPeace, la página de esta organización, tiene una pequeña reseña de un evento que reunió a palestinos e israelíes en un objetivo común.

También hay un álbum con más fotos dando cuenta del "Big Jump".




En la página de EcoPeace -Amigos de la Tierra Medio Oriente se pueden encontrar otros proyectos enfocados en perservar el medio ambiente en los que participan juntos -desde 1994- israelíes, palestinos y jordanos. Estos ecologistas consideran que perservar el espacio que comparten creará las condiciones necesarias para una paz duradera.

Especialmente en este "Vínculo en el Espejo" hay información referente a la preservación de las escasas fuentes de agua. Y es en particular interesante ya que el agua es un recurso para construir la paz, y no sólo un factor para explicar el conflicto en Medio Oriente. En otras palabras, israelíes y palestinos son capaces de compartir hasta un vaso de agua. Cuando exista la voluntad política para firmar un acuerdo de paz, no faltará uno para brindar.

JHS



viernes, 13 de julio de 2007

Medio Ambiente y Coexistencia en Medio Oriente

Según el Diccionario de la Lengua Española, coexistir implica que una persona "exista a la vez que otra" (ver otra definición de coexistencia en un diccionario electrónico aquí). En el contexto de una solución al conflicto entre israelíes y palestinos basado en el principio de coexistencia, esto implica que ambos pueblos/naciones existan uno al lado de otro. Es decir, la solución no es de "suma cero", concepto que denota la desaparición de una de las partes para poner fin al conflicto.

Es cierto que un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos, basado en dos Estados, parece un asunto cada vez más lejano. La fragmentación geográfica, política y social de la Autoridad Palestina, con Gaza bajo el control de Hamas y Cisjordania de Al-Fatah, obstaculiza cualquier avance del proyecto nacional palestino concretado en un Estado independiente. Del lado israelí, la crisis de liderazgo y la "estrategia de no-política" impuesta a los palestinos desde los tiempos de Ariel Sharon simplemente frenaron el proceso de paz.

No obstante lo anterior, la realidad se impone a israelíes y palestinos (y demás pueblos de la región). No habrá un acuerdo político, pero varios sectores en ambas sociedades entienden desde hace tiempo que ninguna de las dos partes va a desaparecer. En este sentido, israelíes y palestinos trabajan en conjunto para resolver problemas comunes, que aquejan a ambas partes, y que no respetan fronteras físicas, mucho menos las ideológicas. Ese es el caso de enfrentar problemas medio-ambientales. Cooperando en esta materia, israelíes y palestinos buscan frenar el deterioro del espacio que comparten, probando así que la co-existencia literalmente existe y no es un mero slogan.

Así pues, esta semana se dieron a conocer dos proyectos en esta dirección. Uno de ellos es el encabezado por el llamado "Triángulo del Mar Muerto", un grupo conformado por investigadores palestinos, jordanos e israelíes que tiene como objetivo crear una plataforma de diálogo tripartita en torno a la educación y proyectos de investigación en la región del Mar Muerto. El asunto que les concierne es el uso de pesticidas en esta región, que forma parte de la Gran Grieta del Valle, una línea geológica que inicia en Turquía y termina en Zimbabwe (al norte de Sudáfrica). Este largo valle es la ruta migratoria de 500 millones de aves que anualmente van y vienen de África a Europa. La región del Mar Muerto, que comparten Israel, Jordania y Palestina, es uno de los puntos que se benefician de estas migraciones. Investigadores de las tres partes unen sus esfuerzos para aprovechar el paso, por ejemplo, de buhos, cuyos hábitos alimenticios son una forma natural de acabar con plagas de roedores que afectan cultivos de agricultores. (Ver nota completa Environmental concerns bring Israelis, Jordanians and Palestinians together).

Un segundo proyecto es el de la participación de israelíes, palestinos y jordanos en el "Gran Brinco" para concientizar a sus respectivas sociedades del deterioro del río Jordán. Autoridades políticas y religiosas participarán el 15 de julio en un evento organizado por ambientalistas de estas tres naciones, según el reporte de Ma'an News, una agencia de noticias palestina (A 'Big Jump' for the Jordan).

En otras palabras, mientras los políticos se deciden a dar el paso decisivo, diferentes sectores sociales siguen construyendo puentes formales que les permite coexistir en el presente y cooperar para brindarle certidumbre a un futuro común.

miércoles, 11 de julio de 2007

Good Neighbours Blog

Apenas ayer hice público Frente al Espejo y hoy me encuentro en Ha'aretz (un importante periódico israelí) un artículo sobre Good Neighbours, un blog que busca incrementar el entendimiento entre israelíes y árabes para tirar las barreras psicológicas creadas por los estereotipos. Muchos de estos prejuicios son alimentados por los medios de comunicación que buscan simplificar las noticias para hacerlas "entendibles". Jorge Montejano ofrece una clara explicación al respecto en el tercer punto del comentario que hace a la entrada del 5 de julio (ir al comentario). El "hallazgo" de Good Neighbours es alentador pues comparte con Frente al Espejo una causa similar.

En noviembre de 2006 se comenzó a publicar Good Neighbours, una iniciativa de Yael Kaynan, quien emigró de Estados Unidos a Israel ese mismo año. Este blog busca ofrecer una visión alternativa sobre los países del Medio Oriente a la que aparace en los medios de información tradicionales. La característica principal es que en Good Neighbours participan ciudadanos de Israel, Palestina, Líbano, Siria, Egipto y Jordania. Este es un buen ejemplo de cómo una herramienta electrónica sirve como espejo entre partes en conflicto. El artículo de Ha'aretz lo pueden accesar desde aquí. Resulta interesante el recuento de los obstáculos emocionales a los que se enfrentó Kaynan previo a la publicación de su blog.

Saludos,
José Hamra Sassón

jueves, 5 de julio de 2007

Montreal – Jerusalén: A 10 años

MONTREAL – JERUSALÉN: A 10 AÑOS
JOSÉ HAMRA SASSÓN
MEDIO ORIENTE: UN MUNDO ENTERO
REVISTA ANTENA RADIO 107.9FM
5 DE JULIO DE 2007

Buenas tardes Julieta (Mendoza), Enrique (Lazcano), estimado auditorio. Este jueves quiero hablar de una experiencia personal. Se trata una efeméride particular que viene a cuento por un par de razones que confluyen en esta frecuencia de radio (107.9FM). La primera es el Festival de Jazz de Montreal, que Horizonte Radio está cubriendo nuevamente este año. La segunda razón es el tema de esta sección de Revista Antena Radio que tengo el honor de presentar cada semana: “Medio Oriente: Un Mundo Entero”. ¿Que qué relación puede haber entre el festival de Jazz y el Medio Oriente? Abusando de su confianza, de eso quiero hablar el día de hoy.
En 1997 me encontraba en Montreal, finalizando la Maestría en Ciencia Política en la Universidad de McGill. Tuve la oportunidad de estudiar en esa ciudad y descubrir la maravilla de lo que significa un verano después de un invierno que se alarga por casi nueve meses. Toda una gestación a la espera del calor. La energía de un verano en Montreal no se entiende sin el invierno que lo antecede ni el que inevitablemente le seguirá. Tampoco sin sus festivales que abarrotan el calendario durante tres meses, en especial el Festival de Jazz, una verdadera fiesta pública donde el Jazz y otras expresiones de la música del mundo confluyen en cosa de 10 días en un maratón de felicidad interminable. Uno acaba extasiado, pero con ganas de más. El Festival de Jazz de Montreal es una experiencia enriquecedora por la dicha que literalmente se respira en ese marco veraniego.
Como les decía, hace 10 años me encontraba en Montreal. Ese verano, en lo que acababa la tesis con la que concluía mis estudios, me di mis escapadas al Festival de Jazz. En una de esas tardes asistí acompañado de
Hadeel Abdo, una estudiante palestina, musulmana sunnita, que había conocido meses atrás. En aquella ocasión Hadeel me platicó de su vida como refugiada palestina. Sus padres, ambos nacidos en Jerusalén, habían escapado a las guerras del 48 y 67. Hadeel nació en Jordania, vivió mucho tiempo en Kuwait, de donde fue expulsada junto con otros 300 mil palestinos en represalia por el apoyo que Yasser Arafat le había brindado a Saddam Hussein tras la invasión iraquí a ese país en 1990. De ahí regresó a Jordania y un tiempo después el gobierno canadiense le había abierto las puertas a ella y su familia. Así es como llegó a Montreal. Recuerdo que en esa plática, franca y amistosa, le pregunté si ella personalmente conocía Jerusalén. Su respuesta fue afirmativa, había tenido la posibilidad de visitar a sus familiares en diversas ocasiones. Pero lo que más me impresionó fue ver sus ojos emocionados, a veces vidriosos, al contarme sobre esa Ciudad Santa para judíos, cristianos y musulmanes, ciudad que hoy israelíes y palestinos reclaman como capital.
Además del homenaje a Louis Armstrong, lo que más recuerdo del Festival de Jazz de 1997 fue aquella charla con Hadeel en la Plaza de las Artes. Yo había viajado a Montreal para especializarme en el conflicto palestino-israelí, pero sobre todo, estudiar la perspectiva árabe, entenderla como una forma de encontrar respuestas comunes. Después de dos años, esa plática había sido el corolario perfecto. No fueron ni las teorías ni los argumentos racionales los que me abrieron esa puerta de entendimiento. Fue la emoción de Hadeel al hablar del encanto que representaba Jerusalén para ella, una palestina musulmana, la misma emoción con la podría hablar un judío israelí. Así entendí la importancia de Jerusalén desde la perspectiva árabe, más de lo que pude haber aprendido durante la maestría. Sin duda, Jerusalén es una ciudad que requiere ser políticamente compartida entre israelíes y palestinos. Emocionalmente lo es, de eso no me queda duda.
Y así como tuve esa oportunidad de convivir con Hadeel en Montreal, también lo hice con ella y otros estudiantes de origen árabe y judío dentro de un proyecto radial que habíamos lanzado a finales de 1997. Se trataba del programa Guesher/Jisr, que quiere decir “puente” en hebreo y árabe, respectivamente. Habíamos presentado el proyecto en Radio McGill, una estación comunitaria auspiciada por la universidad y que se escuchaba en todo Montreal. El objetivo del programa era compartir experiencias culturales entre judíos, cristianos y musulmanes, israelíes y árabes. No hablábamos de política del Medio Oriente, pero el simple hecho de reunirnos cada 15 días en una cabina de radio era por sí sólo un mensaje con alto contenido político: nos quitábamos de encima los lastres del conflicto para convivir entre seres humanos iguales. Judíos y árabes trabajábamos juntos por el simple hecho de romper barreras, de construir puentes de entendimiento.
10 años después de mi segundo festival de Jazz en Montreal, sé que Hadeel, con quien ocasionalmente me escribo, regresó a Jerusalén. Se casó en el 2000 con un palestino residente de esa ciudad y tiene dos hijos. A pesar del muro y de la insufrible experiencia que representa la ocupación israelí en Cisjordania, Hadeel ha trabajado en instituciones palestinas que promueven la paz con el Estado judío.
Esa es otra cara del conflicto. Y sin querer evitarlo, el Festival de Jazz de Montreal que se transmite por esta estación me obliga escudriñar en esta experiencia que es un pedazo del Medio Oriente. Un pedazo que afortunadamente también existe.

jueves, 7 de junio de 2007

Antes y después de los 6 días - 7/06/2007

ANTES Y DESPUÉS DE LOS SEIS DÍAS
JOSÉ HAMRA SASSÓN
MEDIO ORIENTE, UN MUNDO ENTERO
ANTENA RADIO 107.9 FM
7 DE JUNIO DE 2007

El 5 de junio se cumplió el 40 aniversario del inició de la llamada “Guerra de los Seis Días” que libró Israel contra Egipto, Siria y Jordania.
Considerada por los israelíes como una guerra de supervivencia, a la postre esta guerra fue el punto de quiebre del conflicto árabe-israelí, teniendo un impacto en el Medio Oriente en general. En la Guerra de 1967 Israel se expandió territorialmente, con lo qie inició la ocupación de la población palestina en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental, ocupación que cumple cuatro décadas. El resultado de esta guerra también tuvo consecuencias regionales en el plano ideológico. La pérdida de territorio se tradujo en el fracaso del nacionalismo pan-árabe que clamaba por la destrucción de Israel.
En otras palabras, fue un golpe mortal a la ideología populista que había encabezado hasta ese entonces Gamal Abdel Nasser, el presidente de Egipto. El fracaso del panarabismo abonó el terreno para una alternativa ideológica trasnacional en la región, el islamismo fundamentalista, cuyas manifestaciones más extremas son encarnadas hoy en día por Al-Qaeda y otros movimientos afines.
La efeméride nos obliga a repasar los sucesos previos a esta guerra relámpago. Semanas antes del 5 de junio de 1967 el gobierno egipcio radicalizó su discurso contra Israel y llevó a cabo acciones que fueron genuinas declaraciones de guerra. El 19 de mayo Nasser exigió a las fuerzas de paz de la ONU retirarse de la Península del Sinaí. En los días siguientes, Egipto desplegó 100,000 soldados a lo largo de su frontera con Israel y Nasser ordenó el cierre del paso por el Estrecho de Tirán a los buques israelíes, con lo que se impedía su navegación por el mar Rojo. El 30 de mayo Egipto, Siria y Jordania firmaron un pacto de defensa común y el ejército jordano quedó bajo comando militar egipcio. Ese mismo día, Nasser arengó contra la existencia de Israel al señalar que ya no había una fuerza internacional para protegerlo. Según sus palabras, el único método que se aplicaría contra el Estado judío sería “la guerra total”, lo que resultaría en su destrucción.
Bajo este amenazante contexto, la mañana del 5 de junio de 1967 la aviación israelí lanzó un ataque preventivo contra Egipto. En cuestión de horas destruyó 85% de su fuerza aérea, que ante la sorpresa ni siquiera pudo despegar del suelo. Caso a la par, el ejército israelí repelió ataques de Siria y Jordania. Cuando se estableció el cese al fuego, el mapa de la región había cambiado drásticamente. Israel conquistó territorios de estos países árabes: la península del Sinaí de Egipto y el Golán de Siria. Además, ocupó Cisjordania y Jerusalén Oriental anexados por Jordania desde 1948 y la Franja de Gaza, que se encontraba bajo administración egipcia. Territorios, cabe decir, donde vivían palestinos y por los cuales los países árabes no habían hecho algo en las dos décadas previas a 1967.
Con el tiempo, el mapa ideológico también se modificó. Por una parte, se generaron las condiciones propicias para el auge del fundamentalismo islámico como reacción al fracaso del nacionalismo árabe. Por la otra, el resultado de la guerra dio pie a un ambiente de triunfalismo en Israel, que impulsó a los movimientos extremistas nacionalistas y religiosos judíos que hoy tienen en jaque a su democracia liberal.
No obstante, Israel ganó la guerra con una estrategia militar que le aseguraría su existencia como un Estado independiente en Medio Oriente. En 1979 devolvió a Egipto la Península del Sinaí a cambio de un acuerdo de paz. En 1994 Jordania se convertiría en el segundo país árabe en reconocer al Estado judío. Hoy en día Israel y Siria coquetean con reiniciar sus propias negociaciones y se da por entendido que el Golán será la moneda de cambio.
Sin embargo, el meollo del conflicto árabe - israelí no ha sido resuelto. Es más, en estos cuarenta años se ha profundizado. Y es que el triunfo israelí de 1967 implicó también la ocupación de territorio palestino y, por ende, el control de su población. Justamente es Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental donde se vislumbra la creación de una Palestina independiente al lado de Israel. En realidad, lo que se ha enraizado ha sido el control israelí de los palestinos y todos los males que de él se derivan. En cuatro décadas hemos sido testigos de dos intifadas y de la radicalización palestina hacia el extremo terrorista. En buena medida son reacciones al arrebatamiento de tierras palestinas para la construcción de asentamientos judíos, a las decenas de retenes que hacen imposible el libre movimiento de la población, a la marginación de los palestinos de Jerusalén Oriental, al muro que se vergonzosamente divide hoy a Israel de una Palestina subyugada, pauperizada y humillada.
Como lo ha demostrado el paso de tiempo, la ocupación israelí de los territorios palestinos es una carga ética y moral que pone en riesgo la existencia del Estado de Israel desde sus propias entrañas. El triunfo de la Guerra de los Seis Días quedó brillantemente plasmado en los anales de historia. El presente nos dice que la ocupación ha desvirtuado la razón de ser del Estado judío. Es momento de corregir el rumbo, y como fuerza ocupante, Israel debe dar el paso decisivo para re-encaminar el proceso de paz con los palestinos.

El pacto de Ginebra entre israelíes y palestinos - 29/11/2003

El pacto de Ginebra entre israelíes y palestinos
publicado el 29 de noviembre de 2003 en el periódico Milenio Diario de la Ciudad de México.


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El pacto de Ginebra entre israelíes y palestinos
José Hamra Sassón

El 4 de noviembre se cumplieron ocho años del asesinato de Itzjak Rabin, el primer ministro israelí que inició, junto con Shimon Peres, negociaciones de paz con Yaser Arafat y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Para los sectores más radicales de Israel y Palestina, los Acuerdos de Oslo significaron una traición. En el mejor de los casos, un error imperdonable.
Discutibles, estos acuerdos fueron fundamentales para el reconocimiento mutuo entre israelíes y palestinos. El llamado Espíritu de Oslo abrió la posibilidad de hallar la solución a un conflicto que no implicara la destrucción de alguna de las partes. En su lugar, el camino que se trazó establecía la interacción entre ambas sociedades para generar confianza mutua y vencer temores e ignorancia. Pero Oslo fracasó porque acabó siendo rehén de la intransigencia de los sectores más radicales en Israel y Palestina. El resultado han sido los tres años de violencia que han generado un desolado presente y un futuro cada vez más incierto en Medio Oriente.
Es en este contexto que sale a la luz el Acuerdo de Ginebra, iniciativa encabezada por miembros de la izquierda israelí (donde destacan Yossi Beilin, uno de los artífices de Oslo, y el laborista Abraham Burg) y funcionarios palestinos (entre ellos el ex ministro Yaser Abed Rabo y legisladores miembros de Al Fatah). El proyecto rescata ideas que se presentaron antes en Oslo, la iniciativa de Clinton de diciembre de 2000 y la “hoja de ruta”. Entre ellas, afirma que la lógica de paz requiere de un compromiso y que la única solución viable al conflicto israelí–palestino es el establecimiento de dos Estados. Así, retoma las resoluciones 242 y 338 de la ONU como base de negociación. Pero a diferencia de otros planes, el Acuerdo de Ginebra, nombrado así en honor a la mediación de Suiza, define claramente cuáles son los objetivos y determina los principios de un cronograma y mecanismos para su aplicación. También reconoce la necesidad de una participación directa de la comunidad internacional en el proceso.
El documento, que será presentado oficialmente el lunes, establece el retiro de las tropas de Israel de la totalidad de Gaza y buena parte de Cisjordania (a cambio de una compensación territorial) y el desmantelamiento de los asentamientos judíos en territorio palestino. Aborda temas tan sensibles como Jerusalén, que sería capital de los dos Estados y donde ambas partes tendrían soberanía política sobre los lugares santos. En materia de seguridad, precisa un Estado palestino desmilitarizado, pero con fuerzas de seguridad y exhorta a la desmilitarización de la región (incluyendo armas de destrucción masiva). Las partes condenan el terrorismo y convocan a una fuerza multinacional para garantizar la seguridad de las dos entidades independientes.
También ofrece una solución al problema de los refugiados palestinos. Se enumeran varias opciones que permitirían a los cuatro millones de refugiados palestinos elegir un lugar definitivo de residencia: (i) El futuro Estado de Palestina; (ii) terceros países (como Canadá), (iii) el Estado de Israel para casos humanitarios o de reunificación familiar y; (iv) los actuales países de residencia.
El proyecto vislumbra una serie de compensaciones económicas y una comisión internacional de monitoreo. Implícitamente, los palestinos renunciarían a su reclamo al “derecho al retorno” a sus antiguos hogares en lo que es hoy territorio israelí. A la vez, Israel sería reconocido como el Estado del pueblo judío.
Ariel Sharon y su gabinete han tachado esta iniciativa de traicionera y peligrosa. Pero su rechazo y la debilidad del acuerdo son a la vez su mayor fortaleza: establecen una opción al presente. Con ella comienza la revitalización de las posiciones moderadas que ven en el compromiso la pacificación del conflicto palestino–israelí. Siendo perfectible, el Acuerdo de Ginebra demuestra que sí existen interlocutores para negociar la paz.

http://www.milenio.com/mexico/milenio/notaanterior.asp?id=199803

domingo, 3 de junio de 2007

Canción de Cuna - 25/01/2005

CANCIÓN DE CUNA
JOSÉ HAMRA SASSÓN
COLUMNA
ANTENA RADIO 107.9 FM
25 DE ENERO DE 2005


Esta semana se lleva a cabo en el Distrito Federal el 2º Festival Internacional de Cine Judío, con producciones de México, Israel, Estados Unidos, Australia, Canadá e Inglaterra. Un documental en particular llama mi atención: “Canción de Cuna”, una producción israelí del 2004.
“Más de 60 bebés han sido asesinados durante la última Intifada en Israel y los Territorios Palestinos”, de esta forma presenta la directora Adi Arbel el documental “Canción de Cuna”. La motivación de Arbel para lanzar este proyecto está enraizada en las más puras emociones maternas. Según cuenta la directora de “Canción de Cuna”, su hija nació el día en que estalló la segunda Intifada (el 29 de septiembre de 2000). Cuando cumplió 6 meses, un bebé israelí murió por un disparo en la cabeza. Un mes después, un bebé palestino también fue baleado. Esta situación, dice Arbel, fue intolerable. Así, la empatía que se generó a través de la maternidad de la directora con las mujeres que perdieron a sus hijos fue el factor que la motivó a buscar testimonios de esta lamentable experiencia.
Durante casi una hora, 11 mujeres israelíes y palestinas hablan de sus hijos muertos, todos menores de edad, a causa del conflicto que comparten. Los testimonios son desgarradores, llenos de impotencia y en los que la resignación apenas se deja asomar. Igual sale un nudo en la garganta al escuchar a la madre palestina que recuerda a su hijo de 10 años muerto por un misil a las afueras de su casa, que a la madre israelí cuya hija adolescente murió en un atentado en Tel Aviv. Ambos son lamentables casos de terror. Las 11 mujeres, israelíes y palestinas, comparten el mismo dolor.
En pocas palabras, “Canción de Cuna” es un documental crudo y atrevido. Crudo, por la simple razón de que escuchar a 11 mujeres hablar, frente a una cámara, de sus hijos muertos se convierte en una experiencia emocional y reflexiva muy fuerte. El conflicto israelí-palestino deja de ser un asunto de análisis frío y conceptual. El documental obliga a reflexionar en otros términos respecto a las consecuencias reales de una guerra. De cualquier guerra. La maternidad de estas mujeres y la vida de familias enteras son trastocadas sin sentido alguno. Desde esta perspectiva, quizá la más humana, no existen razones políticas, sociales o económicas que sean suficientemente válidas para justificar un conflicto armado, mucho menos para pretender defender a alguna de las partes.
Y “Canción de Cuna” es un documental atrevido porque cruza la línea que separa a los llamados “enemigos”. En una guerra, como la que libran israelíes y palestinos, la propaganda y la retórica que abundan en el discurso de cada una de las partes están concentradas en desvirtuar al otro, en deshumanizarlo. Pero el documental en cuestión hace todo lo contrario. Si bien la tragedia de perder a un hijo enmarca esta producción, lo cierto es que lo hace desde un discurso distinto al de las posturas oficiales, donde las ideologías ni siquiera aparecen.
“Canción de Cuna” se atreve a hacer lo que pocos hacen. Permite escuchar y ver al otro, israelí o palestino, como lo que es: como un simple y llano ser humano que comparte el mismo dolor, los mismos sentimientos. Lo que logra Arbel con esta producción va más allá de entender al otro, se trata precisamentede sentirlo.
Así bien, “Canción de Cuna” no es un documental que permita comprender el conflicto israelí-palestino,pero definitivamente obliga a pensar, desde una perspectiva humana, en las consecuencias de cualquier guerra en la gente real, de carne y hueso.
En el marco del Festival Internacional de Cine Judío, “Canción de Cuna” se proyecta mañana miércoles 26 deenero en la Cineteca Nacional junto con otro documental a partir de las 5 y media de la tarde.

Reflejos y Sombras - 17/11/2005

REFLEJOS Y SOMBRAS
JOSÉ HAMRA SASSÓN
MEDIO ORIENTE: UN MUNDO ENTERO
REVISTA ANTENA RADIO 107.9 FM
17 DE NOVIEMBRE DE 2005

“Juguemos a que existe alguna manera
de atravesar el espejo...”
Lewis Caroll, Alicia A Través del Espejo.

Dicen los que saben que la imagen obtenida en un espejo plano es virtual, una copia del objeto "que parece estar" detrás de él. La imagen está ahí, la vemos en el espejo, simétrica, con profundidad, forma y tamaño reales. Pero en principio el espejo no se puede atravesar, por lo que no podemos tocar la imagen que refleja, mucho menos alcanzarla. Si bien la imagen del reflejo es virtual, lo cierto es que, al menos en el mundo del espejo, objeto y reflejo no existen el uno sin el otro. Se necesitan con la distancia óptima para no desaparecer, ya sea por que alguno de los dos se va, o simplemente porque un choque entre reflejo y realidad provocaría la destrucción del espejo, llevándose entre sus añicos la existencia de ambos. Sin el espejo, no hay oportunidad para la convivencia obligada entre el objeto real y la imagen reflejada. En pocas palabras, en el espejo, uno sin el otro no existe, ni en las buenas ni en las malas.
Hoy en día encontramos procesos políticos paralelos y a la vez contrastantes en Israel y Palestina que podemos abordar bajo la “lógica del espejo”. Procesos que bien podrían ser el reflejo de uno en el otro. Por ejemplo, ambas naciones conmemoraron en días pasados los aniversarios luctuosos de dos líderes que murieron en funciones. En el caso israelí, se cumplieron 10 años del asesinato de Itzjak Rabin, el primer ministro que acabó formalmente con el tabú de no reconocer a la OLP. En Palestina, por su parte, se conmemoró el primer año de la muerte de Yasser Arafat, el líder histórico que a su vez reconoció la existencia de Israel. Ambos personajes son los actores centrales del apretón de manos enmarcado por Bill Clinton en los jardines de la Casa Blanca. La escena que creó esperanzas para la paz se dio en la ceremonia de la firma de los Acuerdos de Oslo, en septiembre de 1993, con los que se daba un giro radical a la relación entre israelíes y palestinos: israelíes y palestinos reconocían su necesidad de co-existir para perdurar. A la vez, Rabin y Arafat simbolizaron, en su momento, al guerrero convertido en hombre de paz.
Sin embargo, el fracaso del proceso de Oslo puso en entre dicho el acercamiento de los dos pueblos, al grado de que los reflejos no permitieron olvidar la imagen de la guerra. Para muchos palestinos, Rabin es el Ministro de Defensa que ordenó “romper los huesos” de los jóvenes palestinos que se manifestaban con piedras contra la ocupación israelí durante la primera Intifada. En el caso de Arafat, su reflejo para la mayoría de los israelíes es el de terrorista y obstáculo para la paz. Más aún, sus imágenes mortales también presentan paralelismos. Las dos cargan con un oscuro halo conspiratorio. Hay quien dice que en el asesinato de Rabin participó un segundo tirador. A Arafat, lo envenenaron, posiblemente uno de sus allegados. Teorías que empañan las imágenes, virtuales o reales, que se reflejan en el espejo.
Hoy en Israel y Palestina también se viven procesos políticos paralelos. Por una parte, el liderazgo de Ariel Sharon es fuertemente cuestionado por la ultra-derecha israelí y los rebeldes de su partido, el Likud, que no le perdonan la desconexión de Gaza. Desde su cosmovisión, el primer ministro renunció a una porción de la Tierra de Israel, contraponiéndose a la promesa divina. Por su parte, Mahmoud Abbas sobrevive todos los días en el fuego cruzado entre el gobierno israelí y el radicalismo palestino, por lo que no termina de legitimar su autoridad al interior del partido (Al Fatah) que heredó de Arafat.
Desde otro ángulo de la cara israelí del espejo, el gobierno de Sharon se extingue, ya que su principal socio en la coalición, el Partido Laborista, ha dejado de ser su comparsa para la imposición unilateral. El nuevo líder del laborismo, Amir Peretz, de extracción sindical, asume una posición combativa respecto a la política económica y retoma la bandera de la negociación. El razonamiento del Laborismo rejuvenecido es que un acuerdo de paz con los palestinos traerá beneficios económicos para ambas partes. En principio, habrá comicios generales en Israel en el primer trimestre del año 2006. En Palestina las elecciones parlamentarias están programadas para enero. Sin embargo, desde este punto, el lado del espejo palestino es cóncavo y muestra la cara inversa. La alternativa a Mahmoud Abbas, que defiende el diálogo con los israelíes, es la de Hamas, que no reconoce al Estado judío, ya que dicen, ocupa Tierra Islámica.
La “lógica del espejo” también guarda secretos que sólo son descubiertos si hay la creatividad suficiente y el valor necesario. Así como lo hizo Alicia, la de Lewis Caroll, que juega a que se puede atravesar el espejo sin romperlo. A pesar de los tambores de guerra, hay decenas de estos casos en la relación entre israelíes y palestinos. Quizá uno de los más dramáticos es el de Ahmed al Yatib, un niño palestino de 12 años que el 3 de noviembre murió por el disparo de un soldado israelí. Los padres de Ahmed donaron sus órganos para ser trasplantados a seis pacientes israelíes, con lo que salvaron sus vidas. La diferencia con Alicia es que este caso no se trató de un sueño. El dilema de atravesar el espejo se resuelve cuando el objeto se logra compenetrar con su reflejo, no obstante el conflicto. Coexisten más allá de la existencia independiente de cada uno de ellos, sin necesidad de destruirlo.

Danza con cuervos

Uno de los personajes de Carlos Ruiz Zafón en La Sombra del Viento, dice que “los pueblos no se miran nunca en el espejo y menos con una guerra entre las cejas”. Tarde o temprano israelíes y palestinos tendrán que atreverse a hacerlo para descubrir, reconocer y superar humildemente sus aspectos más negativos. Cuando lo hagan, podrán atravesar el espejo que los refleja sin romperlo.