Presentación del
libro
Ellos y Nosotros
de Marcelo Schejtman
13 de mayo de 2012
Centro Deportivo
Israelita
José Hamra Sassón
La lectura de Ellos
y Nosotros[1] de Marcelo
Schejtman requiere hilvanar diversas
historias que se desarrollan sincrónica y anacrónicamente. Historias que dependen una de la otra hasta
que llegan al momento de un atentado terrorista que atraviesa a sus diversos
personajes, momento que catapulta un sinnúmero de encuentros y desencuentros,
no todos de forma directa. Esa fracción
de segundos, que se concreta en una decisión de volarse o no, determinará la
vida y la muerte de los complejos personajes que nos presenta Marcelo.
Y no es un libro fácil porque desde
la aparente sencillez del diálogo y las imágenes que se desenvuelven aparecen
espejos que nos reflejan la realidad de un conflicto intrincado: el que comparten
israelíes y palestinos. Marcelo no lo
dice, pero lo dice: estamos en Jerusalén, una ciudad falsamente unificada. Si entre 1948 y 1967 alambradas de púas
dividían el sector oriental del occidental, desde la ocupación israelí de los
territorios palestinos el miedo es uno de los elementos que construyen las barreras
erigidas entre los que Schejtman bautiza como Ellos y Nosotros. Es el miedo el que muchas veces determina
nuestro entendimiento del otro. Lo dice
la voz de Marcelo: Lo que Damián estaba
haciendo era simplemente opinar; más que eso, peor que eso, lo hacía desde el
miedo, un miedo que no lo abandonaría nunca más.
Marcelo
es claro: hay una relación donde una de las partes ejerce su poder sobre la
otra. Se llama ocupación, se llama
colonización. Y desde esta realidad
asimétrica, que generalmente no se quiere aceptar como tal, se desarrolla la victimización
como deporte regional. Parecería ser
que mientras más fuerte y claro sea el discurso de auto-victimización, más fácil
se justifican todo tipo de atrocidades y violaciones a los derechos humanos, ya
sea usurpación de tierras, atentados terroristas, torturas y detenciones
extrajudiciales o lanzamientos de misiles a zonas civiles, por mencionar sólo
algunas.
Ellos y nosotros es
un libro complejo porque los personajes que recrea Schejtman son lo suficientemente
contradictorios como para caer en los lugares comunes y cotidianos. Ni el extremista religioso es el terrorista,
ni el profesor ilustrado es dueño y amo de la razón humanitaria. Marcelo no cae en los estereotipos simplones
que nos hacen quedar bien con nosotros mismos.
Una lectura cuidadosa nos llevará a enfrentar nuestros lados más oscuros,
a cuestionarnos quiénes son Ellos y
quiénes son Nosotros.
Ellos y nosotros es
una novela que se desenvuelve falsamente en una aparente sencillez. Más que respuestas a las causas de un
conflicto entre dos construcciones sociales que llamamos “pueblos”, a lo largo
del libro Schejtman nos desvela una serie de preguntas que nos confronta con la
crudeza de la complejidad. Buenos y
malos son meros constructos desde donde suponemos los hechos y los hacemos
digeribles, cómodos para nuestras inteligencias, pero sobre todo para nuestras
conciencias. Si todos somos buenos y malos, si todos somos gente con miedos,
frustraciones e ilusiones, ¿por qué la necesidad de hacer patente nuestras
diferencias nacionales y religiosas? ¿Por qué no vivir todos bajo una misma
organización social y dejar nuestras diferencias para dentro de casa? ¿Por qué
a la gente le es más fácil no lidiar con gente diferente? ¿Por qué la gente es
ignorante y perezosa? […] ¿Por qué la lucha?
¿Por qué el sacrificio?
Me
parece necesario y sumamente interesante abordar el libro desde la decisión misma
del título. Hace unas semanas, cuando
nos reunimos Marcelo y yo, le pregunté por qué Ellos y no los Otros.
Ellos, me dijo Marcelo, porque
a diferencia de los Otros, denota a
alguien en particular que puedo señalar e identificar. Ellos
son los que nos hacen víctimas a nosotros. Los culpables son Ellos, ellos que están allá y que están en mí contra.
Sigo
con mi reflexión. Agregaría que ese Ellos refleja la lejanía del tercero que
no está presente aunque esté a nuestro lado.
Ese tercero que igualmente construimos y se construye desde el contexto
social. Ellos es un ser por lo general ausente, un mito, un fantasma. Ese Ellos
es el militante terrorista y el soldado opresor que se enfrentan sin
tocarse. Porque tocarse los haría
humanos. Es Ellos y no Ustedes
precisamente porque no hay contacto, no hay un diálogo que permita hablar en
segunda persona. La referencia es a la
tercera “persona”, -persona entre comillas-, porque en el contexto del
conflicto, ese tercero, nos dice Schejtman, es todo menos un ser humano.
Hago
un paréntesis para ilustrar lo anterior desde el Nosotros que supone este marco afín a Israel. El día de ayer, sábado 12 de mayo, miles de
israelíes salieron a las calles para protestar contra la injusticia
social. Según los organizadores, se
trata de la reactivación de las manifestaciones del verano pasado. Entre las proclamas se escuchaba, “Queremos
justicia, no caridad” y “Quitando de los pobres, dando a los ricos, qué país de
corrupción”. En paralelo, no lejos de
Tel Aviv, Haifa, Naharia y Jerusalén, al
menos 1,600 prisioneros palestinos se mantienen en huelga de hambre como protesta
no-violenta por su detención en cárceles israelíes sin un juicio de por medio. Este tipo de detenciones por parte del
ejército de Israel son recurrentes y pueden durar meses y años sin un proceso
judicial. Dos de estos prisioneros, dos de Ellos,
llevan más de 70 días en huelga de hambre.
En
el espectro más amplio, las protestas sociales en Tel Aviv han evadido ligar
las desigualdades en la sociedad israelí con la ocupación de los territorios
palestinos, la injusticia social en la que viven millones de personas en
Palestina y el expansionismo de los colonos judíos. Una separación artificiosa que prueba la
evasión de Ellos en Nosotros, aunque Nosotros seamos lo que odiamos de Ellos. ¿Y si al final de
cuentas Nosotros efectivamente somos Ellos?
En términos de Schejtman, Nosotros
protestan contra la injusticia social, sin ni siquiera mencionar la injusticia
que ese mismo Nosotros le provoca a Ellos.
Regreso
al texto de Marcelo, quien desborda en su pluma lo que entiendo es su filosofía
de vida. Somos los que hacemos, somos lo
que decidimos ser, lo que queremos ser.
La suerte, si es que tiene algún peso en nuestras vidas, no es parte del
juego. Decidir vivir no significa no decidir morir. Decidir vivir requiere una acción creativa
constante a partir de la toma de la decisión: hacer. Decidir vivir es meterse el dedo índice por
la garganta y vomitar toooda, toooda la muerte.
Varias veces. Hasta que no quede
ni su olor. Es tomar el diente frontal y
pegarlo de regreso en la encía amputada.
Sin embargo, el mensaje en este texto no raya en lo ingenuo. En ocasiones, decidir vivir conlleva una paradoja: ese hacer es la puerta a la muerte, al ocaso de la vida.
Así,
siendo la vida una elección constante, Schejtman elige las palabras para
titular su libro no por casualidad. Nosotros, un pronombre personal en
primera persona, en su etimología señala “yo y los otros que son como yo”. Es decir, yo y los que son como yo son Nosotros. Por su parte, la connotación etimológica de Ellos no es tan evidente y encierra
secretos. Empiezo por la segunda sílaba
de la palabra Ellos, que es otro
pronombre personal, pero en tercera persona.
Esta segunda sílaba es –llos,
que resulta ser una homofonía del plural del Yo singular. Es un yo oculto
que requiere ser descubierto. El Yo plural (Yos) es sinónimo de Nosotros. Así, Llos
(con “doble l”) es un sinónimo homófono e involuntario de Nosotros.
¿Qué
pasa con la primera sílaba de Ellos? El prefijo e-, cuenta con tres acepciones
(según la Real Academia Española):
·
Significa fuera de (v.g., eliminar)
·
indica procedencia (v.g., emigrar),
·
indica extensión o dilatación (v.g., efusión).
Es decir, E-llos son un Nosotros que:
·
Son eliminados de Nosotros (acabar con Ellos)
·
Vienen de Nosotros
(establecer una relación de autoridad sobre Ellos)
·
Son una extensión de Nosotros (y por ende, son Nosotros)
¿Por
cuál de estas tres acepciones se inclina Marcelo? Me parece que nos da la pista desde el título
mismo. Elije “Y” como conjunción
copulativa entre Ellos y Nosotros. “Y” que “denota idea de repetición
indefinida, precedida y seguida por una misma palabra”. Muertes y muertes, días y días. Ellos y Nosotros son a final de
cuentas lo mismo. Se repiten, se
reproducen unos a otros. Ellos no son sin Nosotros y viceversa. El libro
pudo haberse titulado simplemente Nosotros. Sin embargo, Ellos es necesario porque desdobla ese Nosotros que consideramos puro y bueno y lo refleja en que también
somos Ellos.
Escribe
Marcelo: Ellos son la peor pesadilla
porque Ellos nos muestran exactamente cómo es el mundo detrás del espejo. Ellos son exactamente todo lo que no somos
Nosotros, todo lo que pudimos haber sido y, peor, lo que podríamos ser. Por eso tenemos que volver a Nosotros, porque
en nosotros está todo lo que Ellos no son, nuestra guarida. En Nosotros está
todo lo que somos y lo que anhelamos ser: la Justicia, la Verdad, el Amor y la
Paz. En Ellos, el negativo: la lucha por
la Violencia, por la Codicia, por Ellos, por Ellos contra Nosotros.
Es
decir, Ellos y Nosotros son lo mismo. No
somos Nosotros, somos los otros. Somos Ellos
que queremos eliminar, somos Ellos
que vienen de Nosotros, somos Ellos que son una extensión de Nosotros. Ellos y
Nosotros son pronombres
intercambiables. Ellos y Nosotros,
cualquier Ellos y Nosotros, son intercambiables. Schejtman así lo demuestra a lo largo de su
novela.
Justamente
Tzvetán Todorov nos ilustra está conclusión a la que llega Marcelo: “El miedo y
el odio al bárbaro es lo que amenaza con convertirnos en… bárbaros”. El humano que dice ser dueño de la verdad se
convierte en el bárbaro. La víctima en
el victimario. Bien pudo Schejtman
elegir para su título la conjunción “O” que denota diferencia: Ellos o Nosotros. Pero eligió la que les
une en el destino. Para bien o para
mal. Reitero desde Todorov: “Cuando uno
atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando
el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas
circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir
en qué nos parecemos a él.”
El
asunto, entonces, reside en elegir cómo nos relacionamos con el otro. Schejtman toma partido por esa tercera
acepción de E-llos: Ellos son una extensión de Nosotros. No hay suma-cero en el conflicto: o
sobrevivimos todos (coexistimos) o, al final de la historia, nos vamos, como se
dice en el argentino más cotidiano, nos
vamos todos a la miércoles.
Leo
a Marcelo: La realidad de la zona había
convertido a sus habitantes en víctimas de una violencia incontrolable y en sus
principales agentes perpetuadores. A
diferencia de lo que decían en las noticias, ambos coincidían en que la
división entre Ellos y Nosotros, más allá de la geográfica, no cuadraba con la
de buenos y malos ni con la de víctimas y victimarios. Todos eran tales, y también ninguno. En este sentido, cabe mencionar algunos de
los casos, reales y cotidianos en Israel/Palestina donde Ellos y Nosotros han
decidido confundirse y romper con esa división para convertirse en Nosotros. Ahí están organizaciones como Combatientes por la Paz, el Centro de Investigación e Información de
Israel/Palestina, la ONG Majshom
Watch – Mujeres Contra la Ocupación y por los Derechos Humanos, la escuela
binacional Neve Shalom ~ Wahat
al-Salam, Radio
All for Peace, Parents Circle -
Families Forum (conformado por israelíes y palestinos que han perdido a
hijos y hermanos en el conflicto), Peace
it Together, entre muchas (en mi blog Frente al Espejo documento
más iniciativas que promueven la coexistencia entre israelíes y
palestinos). Además, semanalmente se
realizan protestas conjuntas de israelíes y palestinos contra el muro de
separación en Bilin, Budrus y otras ciudades de Cisjordania.
Finalmente, ¿cuál es el lugar para
la esperanza, el amor y Dios en Ellos y
Nosotros? La tónica del libro nos
deja en la ambigüedad para obligarnos a reflexionar, a tomar postura. Para tomar decisiones. La esperanza habita en todo momento a lo
largo del libro bajo la capa protectora de “Los Tres Temibles”, tres niños de
un jardín de infantes dispuestos siempre a llegar
a la distancia más lejana. ¿Cuál es
la distancia más lejana? Sin duda alguna
la que acaba con esa diferenciación entre buenos y malos, la que acaba
acoplando a Ellos en Nosotros, que, como he discutido, son
uno mismo. Dice Marcelo en voz de uno de
sus personajes: El secreto está en los
niños. El embrujo se rompe en los
niños. En los niños el embrujo no surge
efecto.
El
amor, que aparece como ideal, transcurre por los capítulos de Ellos y Nosotros dejando una estela de
sangre. No es el amor idílico, es el
amor ciego y chovinista de un cupido que canjeo el arco y la flecha por una
bazuca. Sorpresivamente, es Dios, como
una construcción (desde lo social) de Ellos
y Nosotros el que podría tener la primera palabra para revivir la
esperanza. Dejo al lector descubrir las
ambigüedades en el amor, la esperanza y
la divinidad incitadas por el miedo más primario.
Ellos
y Nosotros de Marcelo Schejtman es una invitación al lector para descubrir
su YO entre estos dos constructos que
se llaman a sí mismos Ellos y Nosotros.
[1]
Schejtman, Marcelo, Ellos y nosotros,
Cambridge BrickHouse, Massachussetts, Estados Unidos, 2010, pp. 124.